lunes, 18 de abril de 2016

Vile Insignia - Bestial Invocation


Año: 2015
Sello: Independiente
País de origen: Canadá

Nacidos como banda en el año 2010, en la ciudad de Calgari, Alberta, en Canadá, este grupo llega a su primer disco full tras haber lanzado un EP (autotitulado y lanzado en el año 2013) con el cual cosecharon un puñado de buenas críticas. Pues bien, a mi me toca opinar sobre su siguiente trabajo, o sea, el primer full lenght de la banda, también lanzado de manera independiente. Y lo cierto es que me parece un disco entretenido, intenso y entretenido. En la línea de bandas como Belphegor, Behemoth, Vital Remains y con claras reminiscencias del Black escandinavo, el quinteto canadiense muestra su rostro feo y adusto a través de 10 canciones llenas de maldad.
Ya desde la portada misma nos van poniendo de manifiesto cual es la postura ideológica del grupo: rendirle culto a lo blasfemo, despotricar en contra de todo lo que sea santo y explorar los rincones más oscuros del universo místico. El título del disco, los nombres de las canciones, todo sirve como indicador para que el oyente sepa de antemano qué es lo que hacen, o al menos, por dónde van estos muchachos. Lamentablemente, en lo musical son así de predecibles también. Sí, son una banda interesante, muestran que las buenas ideas no escasean y que dominan sus instrumentos bastante bien. Pero no logran despegarse del pelotón (inmenso) de bandas similares, suenan genéricos y para nada sobresalientes, aun cuando tienen con qué lograrlo.
Aaron Panich es un buen baterista, sabe cómo ejecutar todas las maneras de tocar un blast beat, o sea, conoce todas sus variantes. Cody Emms es un cantante aguerrido y posee recursos variados para darle mayor riqueza a los ataques vocales. Don Atkinson y Jesse Nyboe son 2 guitarristas prolijos, veloces y en su bagaje compositivo/técnico hay tanta melodía como machaques furiosos. Devan Shandilya (bajo) es quizás quien menos sobresale a primera oída, pero es un músico sobrio y firme. Como verán, no hay instrumentistas mediocres, todos hacen bien lo suyo. El problema está en la faceta compositiva, en donde, si bien no hay ni una sola canción mala, los de Calgari caen una y otra vez en recursos remanidos que por más que estén bien utilizados, no dejan de ser remanidos. Salvo el aire épico en "Enslaved Possession", la oscuridad penetrante en "Desecration Through Blasphemy", y sobre todo en ese temazo llamado "Ritualistic Inquisition", no hay canciones memorables. Si bien "Bestial Invocation" es un trabajo sumamente agradable y para nada monótono, le falta ese toque mágico que hace que algo sobresalga por sobre el resto. Pero tampoco hay que preocuparse ni criticarlos con dureza, pues en el mundo hay demasiadas bandas haciendo exactamente lo mismo. De ahí que considere que, como mínimo, estos canadienses se merecen el respeto del soberano.

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